por Cynthia Y. Aguayo Medina
Las epidemias de las enfermedades particularmente pavorosas siempreprovocan vocingleros reclamos contra la indulgencia y la tolerancia
–hoy identificadas con la laxitud, la debilidad, el desorden,
la corrupción: la insalubridad.
Se reclama que los individuos sean sometidos a «tests»,
que se aísle a los enfermos o de ser transmisores de la enfermedad,
y que se alcen barreras contra la contaminación
verdadera o imaginaria de los extranjeros.
Susan Sontag. La enfermedad y sus metáforas.
Menciona Susan Sontag en La enfermedad y sus metáforas que la medicina premoderna define la enfermedad tal como se la experimenta intuitivamente, esto es, una relación entre el exterior y el interior: una sensación interior de algo que se debe advertir en la superficie del cuerpo, a simple vista (o apenas por debajo de la superficie, escuchando, palpando), y que se confirma cuando se abre el interior para observar ( sea por cirugía, por autopsia); y que en cambio, la medicina moderna –llamada por ella la medicina eficaz– se caracteriza por nociones mucho más complejas acerca de lo que se observa dentro del cuerpo: no los resultados de la enfermedad (órganos dañados) sino su causa (microorganismos), y por una tipología de la enfermedad muchísimo más intrincada.
La RAE en su primera acepción señala que enfermedad es una alteración más o menos grave de la salud; la segunda acepción menciona pasión dañosa o alteración en lo moral y espiritual; la tercera, anormalidad dañosa en el funcionamiento de una institución, colectividad.
Por su parte, el primer diccionario monolingüe del español, el Tesoro de la lengua castellana o española, escrito por Sebastián Covarrubias Orozco en 1611, en la entrada sobre enfermo señala que “no folo llamamos enfermos a los hombres, y a los animales brutos, quando no eftan con falud, más tambien los arboles. Enfermar, caer malo. Enfemedad, la indifpoficion. Enfermizo, el valentudinario, que trae la falud muy quebrada, y cae muchas vezes en la cama”
De esta forma, la enfermedad comporta alteración, anormalidad, daño. También implica un acceso o salida, aquella entra o sale de nosotros. Es latente, duerme, aguarda a manifestarse, y a veces lo hace cuando es demasiado tarde. A su vez, posee la cualidad de la permanencia o impermanencia. La enfermedad muta, evoluciona, se expande.
Entonces invade, corrompe, destruye, altera, derrota. Se le vive y se le sufre. Pero también abre nuevos caminos, nos ayuda a ser concientes a prestar atención, nos abre los ojos, nos despierta. Nos obliga a salir cuando no a replegarnos sobre nosotros mismos y sobre los demás, sobre quien la padece. Vista como llamada de atención o advertencia resulta beneficiosa para enfatizar en nuestro cuidado, o para ver por los otros.
La enfermedad puede ser vista desde infinitos puntos, por ejemplo, uno come hasta enfermar, ama como enfermo, enferma de celos, de amor. A su vez, se lee como enfermo o se enferma por leer como el Alfonso Quijano, quien transtornado por las novelas de cabellerías decide emularlas, pero solo algunos absorben, interiorizan lo leído como sucede con la enfermedad.
La escritura es una especie de afección también, yo la padezco desde los 9 años, enfermé de literatura como Kafka mucho antes de advertirlo “porque solo soy literatura y no puedo ni quiero ser otra cosa […] y todo lo que no es literatura me hastía”. También adquirí el mal de Montano de Vila-Matas en alguna parte de mi vida y aún no logro salir de ella, vivo casi todo literariamente, tengo una obsesión desmedida, aunque ahora gracias al instante que habito, al amor, encuentro en la vida y en la literatura la misma intensidad, cuando antes solo era posible para mí vivirla a través los libros.
Apéndice:
La enfermedad misma. El virus. El 19 de marzo de 2020, el gobernador del estado de Zacatecas anunció el primer caso positivo de COVID-19 en la entidad. Escribo este apéndice con preocupación y desconsuelo, pero sobre todo con la incertidumbre que antecede la catástrofe. Recuerdo que leí la noticia, escuché el video junto a la persona que más amo, recuerdo que temí por nosotros, temblé por todos. Me desmoroné. Reflexioné sobre la enfermedad y el cuerpo como tema, escribí y borré más de cuatro veces este texto. Al escuchar caso positivo de COVID-19 pensé también en la gente que amo, en la gente que no amo y en toda la que me falta por amar, en la que amo y no me ama de regreso, en los que no tienen quien los ame y que yo no habré de amar tampoco, pensé en aquellos que yacen desprotegidos. Escribí la primera parte del texto el 20 de marzo y hay que decirlo, lo escribí desde mi privilegio.
Por eso ahora me retracto y coloco el apéndice. Hoy es 30 de abril. Las cosas van peor. Me disculpo, soy culpable de reducir y leer el tema de la enfermedad y el cuerpo desde mi trinchera, desde mi espacio. Sé que no es momento de pensar en la literatosis de Onetti, hoy me vuelco en la realidad, el sufrimiento ya no es imaginario ni vive solo en las hojas. Es necesario salir del texto, hoy salto del libro para entrar en un mundo en cuarentena.
Escribo desde la tragedia en que vivimos y en medio de la pandemia. Escribo porque no sé hacer otra cosa, conforme avanzan los casos de COVID-19 me resulta más necesario replegarme sobre mi propio cuerpo, sobre los cuerpos de quienes amo y salir del texto.¿Estar enfermo es lo mismo que ser un enfermo? ¿Se puede ser y estar indistintamente, arbitrariamente? ¿Se puede enfermar del cuerpo para después enfermar del alma? Definitivamente sí. Estamos inmersos en una catástrofe social y psíquica.
Julio menciona las palabras invasión; afección e infección; cuerpo portador y transmisor, dice: virus. Julio es médico. Yo solo escribo y leo, digo: dolor. Leo su libro de Susan Sontag La enfermedad y sus metáforas. Me pidieron un texto. Quise ser objetiva, no pude, estoy obnubilada, la situación actual me rebasa. Quise escribir, pero a diferencia de Vallejo, no me sale espuma, me sale poesía, llanto, incertidumbre.