Crónicas por correo postal

10 noviembre, 2019
harlem

por Sofía Ramírez

Yo no conozco Nueva York. Mejor dicho, yo nunca he caminado en Nueva Yorky y corrijo, sí conozco Nueva York: que si por fotos, que si por las películas de Woody Allen, que si por “Sex and the city”, que si por “Las crónicas de la Gran Manzana” que rigurosamente me enviaba mi primo Mauricio a mediados de los noventa. Mauricio y su hermano Ramón son mis primos segundos pero son familia de primera y se fueron a estudiar sus respectivos doctorados a esa ciudad. Mauricio, Mok, se dio a la tarea de compartir sus impresiones por medio de crónicas, mismas que enviaba por correo electrónico, pero como yo no contaba con este servicio, a mí me las hacía llegar por correo postal y creo que sus cartas son la última correspondencia que he recibido.

por Mauricio Plaza

NUEVA YORK ES UNA CIUDAD BASTANTE INTERESANTE

Estaban tres mexicanos buscando una tienda en Brooklyn cuando vieron a un “paisa” atendiendo una gasolinera, entonces se acercaron para preguntarle.

—Disculpe, usted no sabe dónde queda…

—No spanish!

—¿No entiende nada de español?

—No.

—¿Nada, nada, ni tantito?

—No.

—¿En serio usted no habla el idioma de Cervantes?

—No.

—Bueno, pues gracias, carnal.

—It’s ok.

(Back to Manhattlan)

11 DE FEBRERO DE 1996

El frío no está tan grueso (por ahora), ha nevado poco (según dicen), pero a mí me encantó la nieve. Cuando está nevando, no te mojas, es más, la nieve no moja. Parece como polvo blanco y si le soplas, se va. Preciosa.

HARLEM

¿Recuerdan que les dije que iríamos a Harlem a buscar los colchones (a la 125st)? Pues antes de ir a Harlem, me encontré con mi amigo el iraní; él preguntó a dónde íbamos:

—Vamos a Harlem a buscar unos colchones. Por cierto ¿qué tan peligroso es Harlem?

—Hum, bueno, no es muy peligroso, no como dicen los americanos. Sí hay que tener cuidado pero no pasa nada, sólo hay que observar algunas reglas como no mirar a nadie a la cara, no meterse con la gente y si alguna persona te derriba en la calle, uno debe levantarse, pedir una disculpa y seguir su camino lo más pronto posible.

—¿Y qué hay de los balazos? Se dice que hay tiroteos en Harlem, ¿no?

—Bueno, ya sabes cómo son los americanos de exagerados, oyen un balazo y se espantan, dicen “Esta zona no es segura, no es segura”. Los balazos sí se oyen pero son como los truenos, se oyen duro pero no te caen. ¿Y a qué van al Harlem?

—A comprar colchones. Ya estoy cansado de dormir en el suelo, está muy duro y me da frío. Tenemos una semana durmiendo en el piso.

—¿Una semana? ¡Ja! Yo hice mi servicio militar en la guerra Iran-Irak y 16 meses estuve peleando con el enemigo, nos tocaron varias tormentas de arena y nos teníamos que meter debajo de las vans; además, no podíamos dormir más de tres horas seguidas porque era peligroso quedarse en un solo lugar.

La plática derivó en otras cuestiones, pero las ganas de ir al Harlem ya se nos quitaron, prefiero dormir otra semana en el piso que ser una silueta más en alguna cancha de básquet del Harlem.

LIMPIAPARABRISAS

El río Hudson divide Nueva York de Nueva Jersey y para ir de un lado a otro hay que utilizar un puente subterráneo larguísimo. Del lado de Nueva York, este puente no empieza inmediatamente en la orilla (Avenida 12), si no en la Avenida 10, justo junto a la terminal de camiones de Manhattan, el Porth Authoroty.

Marcos y yo regresábamos de Nueva Jersey y justo en el primer semáforo, saliendo del puente (entre la Avenida 10 y la Calle 34), me dice:

—¿Ya viste? Aquí también hay limpiaparabrisas.

—A ver, no alcanzo a ver… Sí, es cierto. Son limpiaparabrisas auténticos de la ciudad de Nueva York, con su botellita de agua jabonosa y todo… Y unos tenis mejores que los míos.

—Los tenis no son nada, ¿ya te fijaste que sus chamarras son como las que no nos pudimos comprar?

MANZANAS

Nos acercamos a un puesto callejero de frutas.

—How much are the apples?

—Cuatro por uno.

—¿Me puede vender sólo dos?

—I don’t speak spanish.

Acabamos comprando las cuatro manzanas, es mejor así.

POSTDATA

Aún no sé por qué es la Gran Manzana, pero no le digas a mi tío.

 

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